Versión clásica

De fundación real a priorato francés: Escalada

Hoy, nuestro templo de Escalada sigue deslumbrando a cuantos lo contemplan; por el contrario, tanto el de San Rufo de Aviñon como el de Valence, son solamente ruinas.

san miguel de escalada

Fotografía: Martínezld

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san miguel de escaladaEn el Reino de León, lo hemos sostenido infinidad de veces, no solo hubo reyes, caballeros, obispos y batallas varias… Se tejió toda una estructura de país amparada por lo más importante que es la ley y que desembocó en los Fueros de 1017 y 1020 además de los Decreta de las Cortes de 1188 (continuados en las siguientes reuniones convocadas por Alfonso IX), se creó una universidad (Salamanca, origen de leyes que cambiaron el mundo, como las Leyes de Indias), se desarrollaron estilos arquitectónicos, se escribieron libros que hoy son tesoros en cualquiera de los museos que tienen el honor de conservarlos (véase, como ejemplo el Beato de Escalada, del maestro Magius, actualmente en la Biblioteca Morgan de Nueva York), se desarrollaron tres lenguas, etc., etc.

No se trata de exhibir, aquí y ahora, todas las realizaciones del Reino de León o de cuanto nos legaron nuestros antepasados sino de recordar que hay mucho de lo que presumir, mucho por lo que luchar y muchísimo aún por conocer, incluso de parte de los propios leoneses.

Uno de los timbres de gloria fue, sin duda, el desarrollo de los monasterios que salpicaban el territorio leonés y que poblaban, incluso, la urbe regia. Haremos alguna prospección en este y en algunos de los artículos que seguirán en nuestra mirada hacia el pasado de nuestro territorio.

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Fotografía: Martínezld

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Comenzaremos por el que tiene el honor de haber sido el que nació casi paralelo a la coronación del primer rey en León, que no de León… pues ese sería otro debate.

No olvidaremos, naturalmente, otros importantísimos monasterios como el de San Salvador de Tábara o el de Santa María de Moreruela y aun muchos más, pero en el año 913, según fue recogido de la lápida fundacional (hoy desaparecida), es decir, apenas tres años después de la coronación del rey García, él mismo y su esposa Moniadonna, inauguran una nueva construcción monasterial en las colinas que separan los grandes ríos leoneses Porma y Esla.

san miguel de escalada

Fotografía: Martínezld

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Allí, en solamente un año, unos monjes llegados de Córdoba, habían levantado, con los permisos y el impulso de la corona, un pequeño monasterio bajo la advocación de San Miguel Arcángel. Es cierto que no se trataba de algo completamente nuevo sino de un templo que resurgía de las ruinas de otro anterior que algunos han retrotraído a una iglesia del siglo VII y que otros remontan incluso a época muy anterior: a una basílica paleocristiana, del tipo de la que apenas apreciamos hoy en Marialba de la Ribera (penosas ruinas, por otro lado, que deberían golpear en las conciencias de los responsables del devenir cultural leonés).

Ruinas de la antigua ciudad de Lancia. Fotografía: Martínezld

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Fotografía: Martínezld

Cierto es, también, que el abad Alfonso y sus monjes (que algunos cifran en número de 9), levantaron la iglesia, contando, eso sí, con la ayuda de los habitantes de las aldeas cercanas y aprovechando materiales de épocas anteriores. Sobresale, en este sentido, la utilización de elementos extraídos de las cercanas ruinas de la gran ciudad astur, Lancia, conquistada para los romanos en el año 25 a.C., por el general Publio Carisio, quien, a pesar de la tenaz resistencia de los ástures, decidió no destruirla, para gloria de Roma, convirtiéndose, de ese modo, en un monumento vivo a la victoria de los nuevos amos.

Sin embargo, y a pesar de que Lancia se transmutó en una importante ciudad romana, a lo largo de los siglos siguientes, quizás a causa de las invasiones de “los bárbaros”, sería abandonada entre los finales del siglo IV y el V de nuestra era.

san miguel de escalada

Fotografía: Martínezld

Ya tenemos, entonces, un nuevo monasterio, construido en un estilo que llamaba poderosamente la atención a cuantos lo contemplaban, y apoyado, desde su misma inauguración, de manera explícita, por la familia real; la cercanía con la misma será su destino en el futuro.

Así se constata en la primera de las ampliaciones llevadas a cabo en el 951 pues el número de monjes que acudían a San Miguel de Escalada desbordaba las previsiones iniciales. En dicho año se consagrará la ampliación y, como dato relevante, diremos que participó en ellas el santo eremita Genadio que después de ser, durante un tiempo, obispo de Astorga, volvió a su vocación primera que había sido la de restaurar varios monasterios (San Pedro de Montes) y terminaría sembrando el Valle del Silencio de varios de ellos y de eremitorios.

La abundancia de documentos al respecto, nos lleva a la conclusión de que el monasterio de Escalada continuó recibiendo donaciones y mercedes de todo tipo, de parte de los reyes de León. Y ello se constata, en concreto, en la reconstrucción realizada en el año 1050, momento en el que se encuentran a la cabeza del Reino Sancha I y Fernando I.

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Fotografía: Martínezld

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Los edificios monacales se hallaban en franca ruina, por culpa de la destrucción a la que le había sometido Almanzor y esa es la causa de que los citados reyes, como en el caso de su fundación primera, estuvieron presentes tras la restauración del monasterio, acompañados por un séquito importante, en el que destacaban, entre otras, la figura del obispo de León, Cipriano y el abad del monasterio, Sabarico. Existe, sobre la puerta de la entrada a la iglesia, una piedra que lo atestigua.

infantas de León, elvira, sancha y urraca

Infantas de León: Elvira, Urraca y Sancha. Fotografía: Martínezld

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Fotografía: Martínezld

Para asegurar el futuro de la vida monacal, San Miguel de Escalada pasará, a partir de ese momento, a ser protegido, directamente, por las infantas leonesas puesto que entrará a formar parte de los monasterios que componen el denominado Infantado, en concreto, en la persona de la infanta Elvira, la que se suele denominar de Toro, aunque disfrutaba de otras muchas posesiones. Como, por ejemplo, la villa de Tábara, donde, el 11 de noviembre de 1099, dicta su testamento, siendo testigos los obispos de León, de Tuy y de Oviedo, además de su hermana Urraca la de Zamora y algunos nobles asociados a su servicio (fallecería cuatro días después).

En el testamento citado, el monasterio de San Miguel pasa a formar parte de la dote que Elvira atribuye a su sobrina/nieta Sancha, la hija de nuestra Urraca I. Esta, a su vez, intentaría legarlo a su sobrina Urraca, fruto de los amores de su hermano, el rey Alfonso VII con la noble Gontrodo Petri/Pérez, pretendiendo con ello convertirla en señora del Infantado. El matrimonio de Urraca Alfónsez con el rey García Ramírez de Pamplona truncaría sus deseos.

Sin embargo, en este momento, en una ola de cambios en la Iglesia de Roma con la sustitución de las reglas que gobernaban los antiguos monasterios y, probablemente, ante la más que previsible división del Reino de León a la muerte de su hermano Alfonso, la infanta/reina Sancha, baraja la posibilidad de ceder este monasterio de Escalada a alguna de las grandes órdenes francesas. Hay un primer acercamiento a la de Cluny, de tanta influencia en la casa real leonesa, desde la época de Sancha y Fernando, para, finalmente, cederlo a la Abadía de San Rufo (Aviñón). Estamos, en concreto, en el año 1155..

Este traspaso no parece haberse producido de manera brusca, sino que, como en el caso de la casa madre, fueron introduciéndose canónigos procedentes de dicha Abadía, regidos, como se ha dicho, por la regla de San Agustín.

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Fotografía: Martínezld

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De hecho, un primer ensayo se produce en el año 1148, en el que Doña Sancha envía a las religiosas que cuidan del Monasterio de San Pelayo, anexo al palacio real, a Carbajal de la Legua, trayendo a la Basílica de San Isidoro una comunidad de canónigos que viven su vida en común, gobernados por esa misma regla de San Agustín, como ya ocurría en la abadía francesa de San Rufo.

Adriano IV

Papa Adriano IV

Alfonso VII el Emperador

Alfonso VII, el emperador. Cuadro de la colección Reyes de León del Ayuntamiento de León. Palacio del Conde Luna. Fotografía: Martínezld

La vida de esta comunidad de San Rufo, databa apenas del siglo anterior, más concretamente del año 1039, fecha en la que, el obispo Benito de Aviñón había cedido una iglesia (San Rufo, nombre del primer obispo de esta ciudad) a cuatro canónigos que habían decidido vivir bajo la regla del gran obispo de Hipona. La influencia de estos canónigos, en el marco de la reforma gregoriana (siglos XI y XII), fue tal que, de inmediato, su fama se extendió por otros lugares de Francia, especialmente a lo largo del Ródano, y se fueron creando numerosas comunidades con características semejantes.

Es interesante hacer constar que incluso algunos religiosos de otros países decidían instruirse durante un tiempo en estas comunidades, como es el caso paradigmático del único papa inglés Nicholas Breakspeare, que tomaría el nombre de Adriano IV (1154.1159 y que tendría una relación muy directa con nuestro Alfonso VII, llegando a solicitarle, precisamente, el desarrollo de estos canónigos de San Rufo, en el Reino de León, ya que, hasta entonces, solo lo habían hecho en el Reino de Aragón.

Abadía de San Rufo. Avignon

Abadía de San Rufo. Avignon. Fotografía: Wikipedia/Marianne Casamance

En esta corriente de simpatía con Roma, el Emperador y nuestra Sancha, su hermana, juzgaron de interés seguir los deseos del papa e ir desarrollando este modo de vivir en comunidad por parte de los presbíteros, algo que ya contemplara el Concilio de Coyança del año 1055.

Así se cerraba el círculo y después de casi dos siglos y medio, San Miguel de Escalada, que había sido protegido especialmente por la realeza leonesa, dejaba de ser un monasterio autónomo para convertirse en un priorato de canónigos regulares de la regla de San Agustín, el Priorato de San Miguel de Escalada, dependiente de la abadía de San Rufo en Aviñón, aunque, curiosamente, el mismo año en que se produjo esta cesión de responsabilidades, la casa madre fue trasladada a Valence (departamento de La Drôme, región de Auvergne-Rhône-Alpes) por mor de una serie de obras que tuvieron que llevarse a cabo en San Rufo, por culpa de su deterioro, en unas guerras de religión. En ese momento, la propia abadía de San Rufo, origen de esta reforma, se convirtió, ella misma, en Priorato, como lo era ya San Miguel de Escalada.

Hoy, nuestro templo de Escalada sigue deslumbrando a cuantos lo contemplan; por el contrario, tanto el de San Rufo de Aviñon como el de Valence, son solamente ruinas.

  • Textos: Hermenegildo López González
  • Fotografías: Martíneld
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Fotografía: Martínezld

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