La noche templaria es probablemente el mejor espectáculo del verano leonés. Un espectáculo que supera con creces a cualquier otra recreación que se celebra en la Provincia de León ya que tiene una impecable y soberbia puesta en escena. La «Noche templaria» está declarada de Interés Turístico de Castilla y León.

Fotografía: Martínezld
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Como cada año al llegar la primera luna del verano la Ciudad de Ponferrada revive su pasado templario. Declarada de Interés Turístico Regional, en la Noche Templaría de Ponferrada se sella un pacto de eterna amistad entre la Ciudad de Ponferrada y los Caballeros Templarios, y se hace entrega para su custodia del Arca de la Alianza y del Santo Grial, símbolos hallados por la Orden en las remotas tierras de Oriente y que son depositadas en el castillo de Ponferrada. Miles de ponferradinos, ataviados con trajes medievales reciben a la comitiva del Temple que, con el Maestre de la Orden de los Caballeros Templarios Frey Guido de Garda para recorrer las calles de Ponferrada.

Fotografía: Martínezld

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Este año con un calor sofocante y con una tormenta previa al desfile volvimos a disfrutar con un espectáculo único, mágico, cuasi místico envuelto en la extraordinaria ambientación musical de la Orquesta Sifónica de Ponferrada. Cada año esa orquesta impresiona con su extraordinaria calidad. Ya no se entiende la noche templaria sin ellos. Noche templaria y orquesta sinfónica son ya una simbiosis perfecta.

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A las 22,00 horas de la noche el recorrido se encontraba abarrotado de gente, entre ellos el Príncipe Kubrat de Bulgaria que lo presenció desde el templete de control de sonido. Desde antes de las 20,00 horas ya se veía gente tomando posición en los principales puntos del recorrido ya que sobre las 2o,45 hay un desfile de Templarios desde los aledaños de la Iglesia de San Andrés hasta el campamento templario ubicado en la orillas del río Sil.

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Y un año más, con puntualidad suiza a las 22,30 horas la magnífica Orquesta Sinfónica de Ponferrada comenzaba a sonar y marcaba el inicio de la comitiva de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo o Caballeros del Templo de Salomón, conocidos por su nombre más popular de “Caballeros Templarios”, con su Maestre Frey Guido de Garda al frente para subir a la fortaleza templaria de Ponferrada por la avenida de Castillo.

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Las luces se apagan. Comienza el espectáculo. Los miles de ponferradinos y visitantes enmudecen para disfrutar durante hora y media de una puesta en escena que solo podemos calificar de magnífica.

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Abre el cortejo Frey Guido de Garda en un caballo blanco acompañado por una guardia a caballo y una comitiva compuesta por cientos de ponferradinos y ponferradinas ataviados con los hábitos de la orden del temple portado, unos lanzas y otros antorchas, pero todos portan la ilusión de verse templarios por unos días.

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El cortejo sube la avenida del Castillo en total silencio solo roto por la voz firme y potente del narrador y por la Orquesta Sinfónica de Ponferrada que acompasa magníficamente el cortejo. El sonido que aportan a esta noche mágica y esotérica fue como siempre soberbia. No cabe otra calificación más que excepcional a su magnífica actuación en riguroso directo. Año tras año se superan así mismos y ofrecen una música en directo digna de una superproducción de Hollywood. Oírles es simple y llanamente todo un espectáculo en sí mismo.

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Frey Guido de Garda llega a las laderas del Castillo, y se instala en el pequeño altozano de la fachada principal para presenciar la llegada del cortejo que porta en andas las dos grandes reliquias que van a depositar un año más en los subterráneos del Castillo: El arca de la alianza y el Santo Grial.

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Frey León Guido de Garda, superviviente de mil y una batallas en Tierra Santa, Maestre de la Orden de los Caballeros Templarios, vuelve un año más a declamar la fórmula para sellar con el rey Fernando II de León un pacto de eterna amistad y entregar a la Ciudad de Ponferrada estos símbolos hallados en la tierra sagrada de Jerusalén para su custodia.
Sorprende que entre tanto gallardete no haya uno solo con el león pasante, símbolo real de Fernando II de León. Ni haya en todo el relato ninguna alusión al Reino de León y la implantación de los templarios en Ponferrada.
Por otro lado decir a los más profanos que el Santo Grial según la leyenda, era la copa o vaso que usó José de Arimatea para recoger la sangre de Jesucristo en la Cruz.
Esta leyenda del santo Grial está unida a la orden de los Caballeros Templarios. Pero también santo grial significa para otros, Sangre Real y hace alusión a que Jesús resucitado se casó y tuvo hijos y esos hijos eran el secreto del “Greal”.

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Pero esa es otra historia que siempre os prometemos contar pero que nunca lo hacemos. Hoy solo toca disfrutar de una muy calurosa noche «templaria» de verano con una cuidada puesta en escena.

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Decir también que el arca de la Alianza es la caja que guardaba las Tablas de la Ley de Moisés con los Diez Mandamientos, y constituye, sin la menor duda, el objeto sagrado más codiciado de cuantos han sido buscados por el hombre. Hace 3000 años el Arca fue traída a Jerusalén y adorada como el más sagrado de los objetos sagrados.

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Para las gentes de entonces el Arca significaba la personificación de la presencia de Dios en la Tierra. Sin embargo, en algún momento de ese remoto pasado, el Arca desapareció, esto dio origen a una búsqueda que ha inspirado a creyentes y cazadores de fortunas durante milenios.
Hace casi 1000 años, las cruzadas cristianas recuperaron el control de Jerusalén de manos de los musulmanes que habían gobernado la ciudad desde el siglo VII y con ello recuperaron también el Arca de la Alianza.
El arca se perdió en la noche de los tiempos hasta que Hollywood con Indiana Jones al frente la recuperó y popularizó su existencia y que hoy en esta noche ponferradina podemos admirar.
Finalizado el cortejo en las laderas del castillo, es entonces cuando suena fuerte y potente: “Yo, Guido de Garda, Maestre de la fortaleza de Ponsferrata, comprometo a todo el pueblo de Ponferrada para que vuelva cada año a renovar este compromiso festivo con su historia y su leyenda hasta que el tiempo llegue a borrar la línea del horizonte” mientras el arca de la alianza y el santo grial enfilan la cuesta de entrada al castillo para su custodia un año mas por los templarios de Ponferrada. Es un momento mágico, sublime, especial. Es el culmen de la noche templaria mientras los fuegos artificiales iluminan el cielo ponferradino con la primera luna llena del verano como testigo mudo.
Durante todo el desfile el castillo ha sido un puro espectáculo en sí mismo. Un espectáculo de luz y sonido, una explosión de color todo ello perfectamente acompasado, como ya hemos dicho, por la música en directo de la Orquesta Sinfónica de Ponferrada.
Finalizado el espectáculo los templarios toman el casco viejo de Ponferrada, porque la noche en joven y las ganas de fiesta son muchas y es entonces cuando comienza la otra «noche templaria» de Ponferrada.

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El Reino de León y los templarios
Los templarios no llegaron a Ponferrada venidos de Marte, ni pasaron por aquí y se quedaron porque vieron luz. Los templarios vinieron a Ponferrada a finales del siglo XII, en 1178 concretamente, de la mano del Rey de León. Fernando II que fue el que permitió el establecimiento de los Templarios en Ponferrada. Sería de justicia un reconocimiento en la Noche Templaria a este Rey, vinculado no solo al Castillo, sino a la propia Ciudad de Ponferrada.

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Las crónicas cuentan que los primeros templarios que llegaron aquí venían comandados por el provincial Guido de la Garda (nuestro protagonista de la noche Templaria), y señalar también que el primer comandante de la antigua Pons Ferrata y del Castillo fue el Hermano Helías. Por cierto a ese mismo personaje es al que se le atribuye el descubrimiento, en el hueco de una encina, de una Virgen María, hoy patrona del Bierzo y que se denomina, naturalmente, la Virgen de la Encina.

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Fernando II de León será señor del Castillo de Ponferrada durante ocho años, de 1180 a 1188, fecha de su muerte. Sus posesiones pasarán a manos de su primogénito, Alfonso IX de León. Este nuevo Rey gobernará sobre el Castillo hasta el año 1211, fecha en que donará la fortaleza a la Orden del Temple para garantizar la seguridad de los peregrinos del Camino de Santiago y las fronteras orientales del Reino.

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Fernando II de León fue uno de los primeros propietarios del Castillo y su relación con el mismo precipitó el paso hasta los Templarios vinculando para siempre el Castillo con el Camino de Santiago, ya que la iniciativa de ocupar este territorio tenía como propósito el que los Templarios protegieran el Camino de Santiago del ataque e invasión de los musulmanes.

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Como hemos señalado anteriormente hacia 1178 el rey Fernando II de León (reinó de 1157-1188) permitió que los caballeros de la Orden del Temple establecieran una encomienda en la actual Ponferrada. En 1180 el rey expidió un fuero para la repoblación de la villa que había surgido un siglo antes, documentándose la primera fortificación hacia 1187.
En 1196, ante el ataque de Alfonso VIII de Castilla y debido al apoyo que recibió este reino por parte de los caballeros del Temple, Alfonso IX de León (reinó de 1188-1230), rey al que apoya la Orden de San Juan, quita Ponferrada a los templarios.
Tras varias disputas, en 1211 Alfonso IX hace las paces con los templarios: les donó la villa de Ponferrada a cambio de ceder a estos algunos castillos.
Durante el reinado de Fernando IV (reinó de 1295-1312) se produjo en Francia el juicio contra los templarios, que ocasionó la disolución de la Orden. Para evitar la consiguiente confiscación de Ponferrada, el maestre leonés del Temple, Rodrigo Yánez, entregó la villa al hermano del rey, el infante don Felipe.





