Versión clásica

12 de febrero del 926: La coronación de Alfonso IV el Monje

Este Rey de León es un rey no demasiado reconocido por la historia,“emparedado”, además, entre dos figuras sobresalientes de la familia real leonesa, su padre, Ordoño II y su hermano Ramiro II

Alfonso IV el monje

Galería de cuadros del Ayuntamiento de León. Colección de cuadros de los Reyes de León. Fotografía: Martínezld

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En la presentación de esta nueva sección que, tan amablemente, hizo el Director del periódico Enredando, se comentaba que, en ella no intentamos, en modo alguno, mostrar la historia del Reino de León (y añadidos) en forma de secuencia temporal; hay, sobre el particular, suficientes libros y testimonios que abordan los hechos de esa manera.

atributos reales de León. Reino de León

Fotografía: Miguel Ángel Herreros

Ni siquiera seguiremos cronológicamente la vida y obra de nuestros reyes como viene siendo habitual. Nuestro objetivo se basa, más bien, en acercar acontecimientos de la historia del Reino asociándolos, en la medida de lo posible, a la fecha en la que abordamos los mismos; así, desfilarán por esta sección, nacimientos o coronaciones de nuestras reinas y reyes, defunciones de los mismos, batallas, conquistas, pactos con otros reinos, concesión de fueros, traiciones de nobles contra su señor natural, etc., etc.

Lo habitual en aquellos siglos en los que el Reino de León marcara la política a seguir en la Edad Media hispana e incluso después. Incluso nos permitiremos alguna pregunta que tocaría más al terreno de la ucronía… Hay momentos en los que se impone, claramente, esta reflexión.

Y, como el movimiento se demuestra andando, según el filósofo Diógenes el Cínico, vayamos hoy al 12 de febrero del año 926, fecha en la que se produjo la coronación de un rey, no demasiado reconocido por la historia; hablamos de nuestro Alfonso IV el Monje.

rotonda reino de león

Fotografía: Martínezld

 

Diremos que, a primera vista, estamos, quizás, y por decirlo de algún modo, ante una excepción dentro de los monarcas del Reino de León (y el previo Reino Astur) que fueron bautizados con ese nombre… y mira que hubo muchos, cierto es.

En un breve resumen, recordemos: Alfonso I, el Católico, hijo del duque de Cantabria y esposo de Ermesinda, hija de D. Pelayo. A todos los efectos, sería el que consolidó el minúsculo reino del vencedor de Covadonga, tras la muerte de Favila. Sobre Alfonso II, el Casto, siempre quedará el recuerdo del descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago, que nos abrió a Europa. De Alfonso III, el Magno, baste decir que consolidó la frontera en el Duero y dejó, prácticamente, establecida la capitalidad de su reino en León.

milenario del fuero de León

Fuero de León Fotografía: Martínezld

Alfonso V, el Noble, siempre vendrá asociado al Fuero de León y la trascendencia posterior del mismo. ¿Y qué decir de Alfonso VI, el Bravo? Será recordado por su conquista de la ansiada Toledo, capital del reino visigodo, aunque los cantares de gesta se hayan ensañado con su figura y su obra, para ensalzar la de un simple noble, y además de segunda fila, como Rodrigo Díaz de Vivar. El VII de los Alfonsos representará la culminación de un sueño: la de ver coronado a un Emperador salido de esta tierra. Y llegamos, en este cuenteo, a un Alfonso, conocido por algunos como el VIII, pero que ha pasado a la historia como Alfonso IX, el Legislador (opiniones hay para adoptar uno u otro numeral y, algún día, nos ocuparemos de este extremo). Solo con recordar su acierto al convocar la magna asamblea de la primavera de 1188 y posteriores, merece un puesto de honor en la gran historia, y no solo en la más inmediata, la nuestra.

Mas ¿qué podemos decir de este Alfonso IV, el Monje, “emparedado”, además, entre dos figuras sobresalientes de la familia real leonesa, su padre, Ordoño II y su hermano Ramiro II?

María (Oneca) de Pamplon - The Portuguese Genealogy (Genealogia dos Reis de Portugal)

Onneca Sánchez. Fotografía: Wikipedia/António de Hollanda

Quizá, lo más significativo de su reinado venga marcado, no por un hecho de armas concreto (tampoco tuvo demasiado tiempo), sino por un sentimiento, próximo, de otro lado, al día 14 de febrero (nueva coincidencia) en el que, con su carga inequívoca de consumismo, se celebra, lo que algunos denominan “el día del amor”. Por sus actuaciones, que comentaremos, estaba, sin ninguna duda, muy enamorado de su mujer, Onneca Sánchez, hija de Sancho Garcés I de Pamplona y de una mujer de armas tomar, puesto que fue capaz de emparentar con la mayoría de las casas reales… la reina Toda Aznárez.

Como en muchas ocasiones, estos matrimonios pactados suponían que, especialmente del lado de la novia, el compromiso, e incluso la boda, se celebraran muy pronto. Podemos calcular, aunque no está muy clara la fecha del nacimiento de la joven, y dado que el enlace tuvo lugar en el año 923, que Onneca tendría unos 12 años. Pero, no conviene olvidarlo, lo que hoy nos ocupa es la coronación de Alfonso y los acontecimientos relacionados con ella.

LEÓN catedral de león

Catedral de León. Fotografía: Martínezld

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Para situarnos, recordaremos que era hijo de Ordoño II, enterrado en la girola de la Catedral gótica de León, por una razón muy simple: tras la batalla victoriosa de Castromoros, cedió su palacio, que se encontraba en parte sobre las antiguas termas romanas, para construir la primera catedral de la ciudad; de ahí que gozara de ese privilegio, aunque también es cierto que nuestra Catedral está llena de tumbas.

Muerto Ordoño, en el año 924, fue sucedido por su hermano Fruela II, llamado el Leproso, que había heredado la Asturias transmontana, en el reparto de las tierras de su padre Alfonso III el Magno. Apenas permaneció un año y algunos meses en el trono e, incluso, para confirmarse en el mismo, tuvo la oposición de varios nobles y algunos obispos de su reino, especialmente gallegos y la discrepancia de Sancho Garcés de Pamplona. No deberíamos olvidar, a este respecto que, en esta época, se mantiene la tradición visigoda de la elección del sucesor en el trono y así surgirán toda una serie de controversias, incluso guerras abiertas, entre los partidarios de un candidato o los de otro.

asturias

Fotografía: Martínezld

Primer peldaño superado. Fallecido Fruela, parecía franco el paso para que ya pudieran ocupar el trono los hijos de Ordoño II. Sin embargo, especialmente en la parte de Asturias, los hijos de Fruela contaban con muchos partidarios. Hasta tal punto que se intenta la coronación de uno de sus hijos, Alfonso Froilaz con el apoyo también de sus medio-hermanos Ordoño y Ramiro. Y así debemos señalar que algunos historiadores consideran que este Alfonso debería incluirse en la nómina de los reyes leoneses, a pesar de haber permanecido, incluso interinamente en el trono, solo algunos meses del año 925, o incluso únicamente como aspirante más firme al mismo.

Muy pronto, sin embargo, estas pretensiones se vieron defraudadas, ante el número y la importancia de los apoyos de los hijos de Ordoño y así los Froilaz tuvieron que refugiarse en Asturias desde donde el mayor, Alfonso, intentaría gobernar como si de un rey se tratara basándose en la permisividad de su primo Alfonso IV.

Fotografía: Wikipedia/Eduardo Cano

Así las cosas, los Ordoñez tienen el campo libre y, a imitación de que ocurriera en la época de su abuelo, Alfonso III, se reparten los territorios de la manera siguiente: Sancho, el mayor, se quedaría en Galicia donde se había refugiado anteriormente, y hasta había encontrado esposa, durante la ocupación del trono leonés por parte de su tío Fruela. Alfonso, el segundogénito hereda León con preeminencia sobre sus hermanos y Ramiro actuaba también como un rey subordinado a Alfonso, en la zona norte de lo que pasaría a llamarse más tarde Portugal, estableciendo su capital en Viseo.

Complicado periodo, entonces, este que recordamos y que, en pocos años evolucionará, de nuevo, a una unión de los reinos de Ordoño II. En el año 929 fallece el mayor, Sancho y sus tierras, sin lucha alguna, vuelven al reino matriz.

Pero volvamos al rey de León. Alfonso, como hemos señalado, se casó con una joven pamplonesa que, desgraciadamente, falleció en el otoño del año 930 y, en estos cinco años de reinado le dio al rey un hijo que sería soberano del Reino de León durante un breve tiempo (958-960): su nombre Ordoño IV, el Malo; extraño apelativo, cuyas causas convendrá explicar también en su día.

Monasterio real de San Benito de Sahagún

Ruinas Monasterio San Facundo y San Primitivo. Fotografía: Martínezld

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Y aquí encontramos la explicación de lo que señalábamos más arriba. El rey, por lo constatado posteriormente, de carácter débil y muy dependiente anímicamente de su esposa, se sintió perdido a la muerte de esta a la que, seguramente, y por qué no decirlo amaba profundamente, a pesar de esos matrimonios de conveniencia. Cayó entonces en una enorme postración, digamos claramente depresión, y decidido a abandonar el trono, pidió la presencia de su hermano pequeño Ramiro, que poseía unas innegables dotes de gobierno, se encaminó, de inmediato, hacia la urbe regia, para hacerse cargo del Reino y evitar las apetencias al trono de León de sus primos refugiados en Asturias. Por su parte, Alfonso resuelve retirarse a un monasterio; en concreto al de los santos Facundo y Primitivo, a orillas del río Cea (Sahagún), lugar muy adecuado para dar largos y tranquilos paseos reflexionando sobre la brevedad de la vida, los avatares del destino y, seguramente, haciendo penitencia por sus pecados. Aquí la justificación de su apelativo, “el Monje”.

castillo de Simancas

Fotografía: Wikipedia/Rabiespierre

Un fin visiblemente digno de una historia de amor capaz de inspirar una película o una novela al uso, pero, también, hay que señalarlo, la inconstancia es patrimonio de hombres pusilánime. A los pocos meses, el recuerdo de su vida anterior le llevó a cometer un grave error. Haciendo caso a los aduladores que, seguramente, habían perdido importancia en la corte de Ramiro, reclamó de nuevo el trono y se hizo coronar de nuevo, esta vez en Simancas, en los albores del año 932.

Ramiro, de carácter mucho más recio y enérgico que el de su hermano, una vez en el solio de su padre, no estaba dispuesto a perderlo. Apenas unos meses bastaron para que lo recuperara y cogiera prisioneros, tanto a sus primos como a su hermano que, viendo su causa perdida, trataba de refugiarse en la corte de su suegro Sancho I Garcés.

La pena derivada de estas grandes traiciones estaba perfectamente tipificada y así, tanto sus primos y sus principales partidarios, así como su hermano Alfonso el Monje, fueron condenados a la desorbitación.

monasterio de Ruiforcos

Tímpano del antiguo monasterio de Ruiforcos Fotografía: Monestirs

Alfonso y el resto de los conspiradores fueron de inmediato, encerrados en el monasterio de Ruiforcos que había sido fundado por su abuelo Alfonso III el Magno y que había sido protegido por el, ahora, prisionero del rey. En el verano del año 933 terminó, con su muerte, el sufrimiento del rey de León Alfonso IV el Monje.

Fue enterrado en el citado monasterio, pero, en la época de Alfonso V, sus restos y los de su esposa, así como los de todos los miembros de la familia real allí sepultados, fueron trasladados a una primera Basílica-monasterio de San Juan y san Pelayo construida en materiales pobres, según nos transmiten las crónicas. Serían enterrados en una fosa común en el lado del Evangelio Posteriormente, como sabemos, la el templo, no solo cambió de nombre, sino que fue edificado en el estilo que haría furor en esos siglos de la Edad Media, el románico, precisamente para albergar los restos del Santo Isidoro, traídos de Sevilla, el 21 de diciembre de 1063, y a quien sería dedicada la Basílica.

  • Textos: Hermenegildo López
  • Fotografías: Martínezld

Fotografía: Martinezld

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