Versión clásica

IES Álvaro Yáñez de Bembibre (León)

Corría el año 1975 cuando empezaba su andadura en Bembibre lo que hoy es el  instituto Álvaro Yáñez. En estas fechas era una Sección Delegada del Centro de Maestría de Astorga. Los alumnos matriculados eran 123.

ies_alvaro_yanes_01Una pequeña habitación servía de despacho del Director, Jefatura de Estudios y Sala de Profesores. Se comenzó impartiendo Formación Profesional de Primer Grado en la rama de Metal y Administrativo y unos años más tarde en la rama de Automoción.

En el curso 1977/78 ya tenía identidad propia, éran Centro Nacional de Formación Profesional y se comenzó a impartir el Primero y Segundo Grado de las ramas de Metal y Administrativo.

Para el curso 1979/80 se inauguró el nuevo centro construido en la zona denominada Cantarranas.

En el curso 1992/93 pasa a denominarse Instituto de Educación Secundaria Álvaro Yáñez, asumiendo el segundo ciclo de Educación Secundaria Obligatoria, con tres Bachilleratos (Tecnológico, Humanidades y CCSS) que posteriormente se añadió la modalidad de Ciencias de la Naturaleza y de la Salud, cuatro ciclos formativos (Gestión Administrativa, Administración y finanzas, Electromecánica de Vehículos y Carrocería) y un programa de Garantía Social que desde el curso 2008/09 se denomina Programa de Cualificación Profesional Inicial.

En el curso 2009/10, comienzan los estudios de la Sección Bilingüe en Inglés.

Quien era D. Alvaro Yañez

El señor de Bembibre, narra los desdichados amores de don Álvaro Yáñez, último señor de Bembibre, y doña Beatriz Osorio. La trama se combina con la caída de la Orden del Temple, verdadera protagonista de la obra.

alvaro yañezFrancia. 1307. El rey de Francia y el Vaticano buscan acabar con la Orden del Temple en todo el continente europeo. Mientras una pareja de jóvenes pertenecientes a la nobleza, don Álvaro Yañez, señor de Bembibre y sobrino del Maestre del Temple de Castilla, y doña Beatriz de Osoiro, legataria única de la Casa de Arganza, espera con ilusión contraer nupcias, el Conde de Lemos ve el futuro matrimonio como una amenaza a sus planes contra el temple.

El paisaje se asocia a la propia intimidad de los personajes, y les ofrece refugio y consuelo en sus tristezas.

 

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