Versión clásica

El Museo de la siderurgia y la minería de Sabero clausura la exposición “Carteles de prevención del siglo XX” y presenta la pieza del mes “El penitente”

El acto tuvo lugar este pasado martes 26 de abril a las 12:30 horas.

Carteles de prevención del siglo XXEl Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León acogió el acto de clausura de la exposición temporal ‘Cárteles de prevención del siglo XX’ , con la asistencia de Roberto Fernández, director del museo, Francisco García Álvarez, alcalde de Sabero, Antonio José Millán, Director de Cátedra de AXA Prevención, Natalia Fernández Laviada, Subdirectora General PCC de la Fraternidad-Muprespa, Alberto Pérez González, Director de Desarrollo y Marketing de la Territorial Noroeste de Axa Seguros, Carlos Luis Iglesias Alonso, Jefe provincial de Inspección de Trabajo , Margarita Santos Martínez, Directora Provincial del INSS y Jose Miguel Muñoz Bellido, Director del Centro de Seguridad y Salud Laboral de la Junta de Castilla y León .

Los asistentes destacaron la importancia de la prevención y la seguridad en el trabajo, algo que ya preocupa desde hace más de un siglo, como se puede ver en la muestra con carteles de los años 20 del siglo pasado y mostraron su voluntad de que exposiciones como la que se clausura contribuya a minimizar los riesgos de accidente y enfermedad en el ámbito laboral.

Como cierre del acto el museo recibió en depósito, procedente del Parque de las Ciencias de Andalucía, con sede en Granada, la figura de un “Penitente”, que será pieza del mes durante mayo y junio. El penitente es un desdichado personaje, que empleaban en las minas de carbón para tratar de quemar las bolsas de grisú existentes en sus galerías antes de que entrasen los mineros y proteger así sus vidas. Solía entrar envuelto en una túnica de arpillera mojada con agua, con una gran capucha que le cubría la cara; portaba en la mano una larga pértiga encendida en su extremo y gateando o encorvado según el tamaño de la galería, extendía al maximo su brazo, por miedo al fogonazo que producía la mecha de su pértiga si encontraba una bolsa de grisú, si es que la intensidad de la explosión – como a veces ocurría – no acababa con su vida.

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