Versión clásica

El Museo de Zamora presenta como pieza destacada la escultura de Eduardo Barrón “Nerón y Seneca”

Ejecutado con gran virtuosismo y dominio técnico, trata un tema especialmente apreciado en la pintura y escultura de historia en España durante el siglo XIX

Nerón Séneca museo de ZamoraEn 2011, año en que se cumplió el centenario del fallecimiento de Eduardo Barrón, el Museo de Zamora incrementó de modo excepcional su colección gracias al depósito realizado por el Museo Nacional del Prado de su obra “Nerón y Séneca”.

El grupo escultórico fue presentado por su autor en 1904 a la Exposición Nacional de Bellas Artes donde obtuvo la primera medalla de escultura y pasó por ello a ser propiedad del Museo de Arte Moderno, pero nunca llegó a ejecutarse en bronce.

De dimensiones extraordinarias (210 x 265 x 120 cm), el conjunto, de yeso parcialmente policromado, representa a Séneca, tutor y consejero del emperador Nerón, ilustrando a su discípulo en una escena presidida por Minerva, diosa de la cultura, las artes y la guerra. Barrón, con su amplio conocimiento de la escultura clásica -por su formación en la Academia de España en Roma y sus trabajo como conservador del Museo del Prado-, plantea una composición de gestos y actitudes contrapuestos que enfatiza la elocuencia del orador y filósofo, en su tarea de transmitir los conocimientos y valores que le hicieron famoso, frente al gesto, visiblemente áspero y retraído del emperador.

Ejecutado con gran virtuosismo y dominio técnico, trata un tema especialmente apreciado en la pintura y escultura de historia en España durante el siglo XIX. Su atractivo residía tanto en los vínculos hispanos de Séneca como en su dramático final, el honroso suicidio del erudito tras ser falsamente acusado de conspiración, a lo que se sumaba la nobleza de los mensajes que transmitía el relato: la educación de los gobernantes, la importancia de los valores éticos en la vida política o el deber de los ciudadanos con su patria.

La colección del Museo de Zamora cuenta desde los años 60 del pasado siglo y gracias a la generosidad de los herederos de Eduardo Barrón con un pequeño modelo de la escultura -publicado aquí en nuestra sección de piezas destacadas-, que permite trazar el complejo proceso creativo de un conjunto de características excepcionales y que sirvió de guía para la reintegración de ciertos detalles durante el proceso de restauración seguido en el Museo del Prado para recuperar la obra del lamentable estado de conservación en que se hallaba.

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