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La Casa de León en Madrid ha presentado el libro “Convulsiones, diario del soldado republicano Jaume Cosidó”

Al finalizar el acto, la Casa de León invitó a los asistentes a un vino leonés.

Convulsiones, diario del soldado republicano Jaume CosidóEste pasado viernes día 3 se presentó en la Casa de León en la capital el libro “Convulsiones”. Diario del soldado republicano Jaume Cusidó. Prisioneros catalanes en el “gulag” de León, del que es autor el investigador José Cabañas González, acompañado por José María Hidalgo Guerrero, vocal de Cultura de la institución leonesa.

Ante los asistentes, miembros los más de ellos de la nutrida colonia leonesa en la villa y corte, desgranó el autor los pormenores de su obra, que viene a ser ahora mismo el tratado más completo y detallado sobre los que fueron reclusorios franquistas, las numerosas prisiones y campos de concentración de prisioneros antaño establecidos en la provincia de León, en una exposición acompañada por la proyección de múltiples e interesantes fotografías, incluidas todas en el libro, de los que fueron aquellos lugares de sufrimiento y de algunos de quienes injustamente se vieron obligados a padecerlos.

Subrayó el acompañante del autor el hecho de que este libro sea prologado por el eminente historiador Paul Preston, garantía evidente de su acertada hechura y de que se trata de una obra seria, honesta y rigurosa en el tratamiento de la temática abordada, cual es la existencia de los abundantes y siempre poco conocidos campos de concentración, de los que, junto con batallones de trabajadores forzados, cárceles y destacamentos penales, fue pródigamente sembrada nuestra tierra leonesa.

Convulsiones, diario del soldado republicano Jaume CosidóDe algunos de tales campos de concentración, como los dos asentados en Astorga (el de Santocildes y el de La Pajera-Santa Ana), y del instalado en Valencia de Don Juan en los Talleres Casa Ponga, apenas se tenían noticias hasta ahora, ofreciéndose por primera vez en este libro amplia información sobre los mismos, su funcionamiento, y las penosas condiciones de vida de los a ellos destinados, proveniente en una buena parte de los muchos testimonios recogidos de algunos de quienes los sufrieron, y en el caso del de la villa de Coyanza del Diario de uno de sus prisioneros, el soldado republicano catalán Jaume Cusidó (que da subtítulo a la obra), Diario al que viene a dar el contrapunto el que desde el otro lado de las trincheras llevó en la misma época el soldado nacional leonés (de Jiménez de Jamuz) Antonio Lobato Cabañas, también incluido en el libro y que nos muestra otros padecimientos traídos por una guerra que tan pocos desearon y propiciaron pero que a tantos envolvió, los de quienes a su pesar y a la fuerza fueron enrolados y enviados a los frentes de batalla, convulsiones personales, familiares y sociales que golpearon en nuestro país a tanta gente, y de las que dice Jaume Cusidó cerrando su Diario: “Quiera Dios que nunca se repitan, y que ilumine a los hombres para que sigan caminos de paz y comprensión que las eviten”.

Además de lo apuntado se refirió el autor a otros contenidos de su extenso libro (casi 500 páginas, 90 ilustraciones y 633 notas a pie de página), como el fallecimiento en León en los primeros meses de 1939 de unos 300 prisioneros de guerra catalanes recluidos en San Marcos, fusilados unos y otros muertos por enfermedad y por las penurias del encierro, un episodio del que apenas se ha hablado y sobre el que en la obra profundiza; el centenar de reseñas de presos leoneses confinados durante la guerra y después en la Prisión de Valencia de Don Juan, y los también desgarrados testimonios de presos y de presas en San Marcos y en la Prisión Provincial, y de prisioneros en los campos capitalinos de Santa Ana y el Hospicio, testimonios que vienen a ampliar en mucho lo que de unos y otros reclusorios y de la vida en ellos hasta ahora se sabía, incidiendo en que se retratan en su libro unos tiempos de nuestro pasado, no tan lejano ni tan ajeno, en los que se dieron en nuestra provincia de León episodios tan bárbaramente negros y terribles como los que en él se narran, pero también en medio de ellos fulgurantes y solidarios destellos de humanidad y de altruismo como los que igualmente se han recogido, siendo especialmente notoria la abnegada ayuda prestada por tantas vecinas de Valencia de Don Juan a los cautivos de Casa Ponga, un campo de concentración menos inhumano que los demás de la provincia, que con los restantes lugares de confinamiento de desafectos al nuevo régimen impuesto constituyeron –más allá de las diferencias con los alemanes y soviéticos– nuestro particular “gulag” leonés de antaño.

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