Su esencia es la rememoración de la tradición relacionada con la llegada de los rebaños trashumantes en primavera o a principios de verano, especialmente extendida entre los pueblos montañeses atravesados por cañadas y cordeles o poseedores de grandes majadas, entre los que se encontraba el propio Prioro, atravesado por la Cañada Oriental Leonesa y cuna de numerosos pastores trashumantes.
La bienvenida y el agasajo del pueblo a los recién llegados, se expresa con canciones y bailes tradicionales, comida de hermandad con menú pastoril y en compañía del mayoral y de los pastores.
La Trashumancia ha sido uno de los movimientos de ganado y pastores más importantes, que podría haber comenzad o en la prehistoria buscando la racionalización de la cría del ganado en función de los pastos existentes en las distintas regiones. Hoy es parte esencial de la historia de nuestra provincia, de nuestro país y de muchos otros del mundo, que han practicado y practican este aspecto específico de la cultura pastoril.
Alrededor del rito del desplazamiento del ganado y los pastores se localizan muchos elementos y prácticas que se deberían mantener, para mejor conocimiento de nuestra historia. Y la Fiesta de la Trashumancia es una de estas ceremonias destacadas, cuya repetición y mantenimiento debemos procurar como herencia para las futuras generaciones, no en vano La Trashumancia ha sido también el modo de vida de incontables familias a lo largo de la historia, ha sido asunto de Estado, tema objeto de normativa, argumento suficiente para organizar una fiesta, actividad económica, etc.
Conviene realzar la singularidad de este acontecimiento ya que en la provincia de León no se conoce otra celebración de la Trashumancia, ni igual, ni parecida, pues ni la romería del Puente de la Vizana, en Alija del Infantado, más en el ámbito de las “fiestas de veraneantes”, ni la Fiesta de las Machorras, en Redipollos, desarrollada en torno a una comida comunitaria de carácter intimista, tienen la variedad y vistosidad de ésta de Prioro.
