Capítulo I. La Guerra de los Comuneros como nunca antes te la contaron… y antes de que la Junta de Castilla y León la manipulara
Durante 8 entregas, una por mes, Enredando.info va a contarte la verdadera historia de los Comuneros de la mano del profesor Hermenegildo López con la colaboración historiográfica del Dr. José María Manuel García-Osuna y Rodríguez.
Durante estas ocho entregas, una por mes, desgranaremos lo que fueron las Guerra de la Comunidades, su ámbito, sus partidarios y detractores con el fin de evidenciar la burda manipulación que la Junta de Castilla y León esta realizando para circunscribir este hecho a la actual Comunidad Autónoma de Castilla y León.
Para algunos historiadores esta revuelta esta considerada como una de las primeras revoluciones burguesas de la Era Moderna mientras que para otros se trató más bien de un movimiento antifiscal y particularista, de índole medievalizante. Deseamos que os guste.
En Enredando.info llevamos ya 3 años contando a nuestros jóvenes esa historia de nuestro viejo Reino tan desconocida como manipulada por fuentes castellanistas. El año pasado toco poner en valor a nuestras Reinas como anteriormente lo fueron las batallas y gestas que forjaron este Reino. Hoy toca desenmascarar una «fiesta», la derrota de Villalar.
Deseo que os guste
- Martínezld
- Director
Aproximación histórica al contexto de aquella época
Hay una máxima que dice que cuando partes de una premisa falsa llegas a una concusión falsa. Esto pasa con el mito de Villalar. Se parte de una premisa como es la asimilación del Concepto de la inexistente y ahistórica “Corona de Castilla” a la actual Comunidad Autónoma de Castilla y León, apropiándose de un hecho histórico que abarcaba prácticamente a toda la España actual. Se oculta que los tres principales cabecillas Juan Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado se levantan en armas contra Carlos I, el primero en Toledo (Reino de Toledo o Castilla la Nueva), el segundo en Segovia (Castilla la Vieja) y el tercero en Salamanca (Reino de León). Y se obvia, entre otros, en Zamora al Obispo Acuña (Reino de León) o a la leonesa Leonor de Guzmán (Reino de León).
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La guerra de las Comunidades de León y Castilla fue el levantamiento armado de los denominados “comuneros”, acaecido en lo que algunos denominan la ahistórica “Corona de Castilla” desde el año 1520 hasta 1522, es decir, a comienzos del reinado de Carlos I. Las ciudades protagonistas fueron las del interior de la Meseta Central, situándose a la cabeza del alzamiento las de Segovia, Toledo y Valladolid.
Algunos estudiosos califican la guerra de las Comunidades como de una revuelta anti señorial; otros, como una de las primeras revoluciones burguesas de la Era Moderna, y otra postura defiende que se trató más bien de un movimiento artificial y particularista, de índole medievalizante.
El levantamiento se produjo en un momento de inestabilidad política de la “Corona de Castilla y de León”, que se arrastraba desde la muerte de Isabel la Católica en 1504. En octubre de 1517, el rey Carlos I llegó a Asturias proveniente de Flandes, donde se había autoproclamado rey de sus posesiones hispánicas en 1516. A las Cortes de Valladolid de 1518 llegó sin apenas saber hablar castellano y trayendo consigo un gran número de nobles y clérigos flamencos como Corte. Esta situación produjo recelos entre las élites sociales de sus territorios, que sintieron que su llegada les acarrearía una pérdida de poder y estatus social.
Las demandas fiscales, además, coincidentes con la salida del rey para la elección imperial en Alemania (Cortes de Santiago y La Coruña de 1520), produjeron una serie de revueltas urbanas que se coordinaron e institucionalizaron, encontrando un candidato alternativo a la corona en la «reina propietaria de los Reinos de Castilla y de León», la madre de Carlos, Juana, cuya incapacidad o locura podía ser objeto de revisión, aunque la propia Juana, de hecho, no colaborará. A día de hoy, hasta se viene dudando de su locura…
En el mes de abril de 1520, Toledo se negaba a acatar el poder real, estallando la situación de forma definitiva, cuando el rey convocó a los regidores de la ciudad para que se presentaran en Santiago de Compostela. La orden llegó a Toledo el 15 de abril, y un día después, cuando los regidores, con Juan de Padilla a la cabeza, se disponían a partir, una gran multitud se opuso a su partida y se apoderó del gobierno local. Comenzó entonces a denominarse a la insurrección como Comunidad y los predicadores arengaban a los toledanos a unirse contra el poder flamenco. De esta forma, los toledanos comenzaron a ocupar todos los poderes locales, expulsando al corregidor del Alcázar el 31 de mayo. Tras la marcha del Monarca hacia Alemania, los disturbios se multiplicaron por las ciudades del interior, especialmente tras la llegada de los procuradores que votaron afirmativamente al servicio que reclamaba el rey, siendo Segovia el lugar donde se produjeron los primeros incidentes y los más violentos. Allí, el 29 y el 30 de mayo, los segovianos ajusticiaron a dos funcionarios y al procurador Rodrigo de Tordesillas que concedió el ‘servicio’ en nombre de la ciudad.
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Destacaron también por incidentes de similar magnitud ciudades como Burgos y Guadalajara, mientras que otras como León, Zamora y Ávila sufrieron altercados menores. Por el contrario, no se registraron incidentes en Valladolid, principalmente por la presencia en la ciudad del cardenal Adriano de Utrecht y del Consejo Real.
Circulaba, además, la idea de destronar a Carlos I y acudir a Tordesillas para devolver a la reina Juana I todos sus privilegios e importancia. Con estas ideas, la situación pasaba de ser una protesta contra la presión fiscal a tomar el perfil de una auténtica revolución.
Así pues, los comuneros se hicieron fuertes en el centro de la Península y en otros núcleos, como Murcia, más alejada de la Meseta. Sin embargo, no hubo intentos de rebelión en otros lugares, como Galicia (sus representantes denunciaron la traición de Zamora) o el País Vasco (los vascongados se calificaron como los fidelísimos de los siervos del emperador Carlos V). Los rebeldes buscaron expandir sus ideas al resto de los reinos, pero su radio de acción se debilitaba a medida que se alejaba de las dos Castillas (la Vieja y la Nueva) y del Reino de León. Así, hubo intentos de llevar la revuelta a Andalucía y el País Vasco, pero no fructificaron. Los máximos logros conseguidos por los rebeldes fueron la instauración de una Comunidad en Plasencia, pero esta se veía mermada por la cercanía de núcleos realistas cercanos, como Ciudad Rodrigo o Cáceres; Jaén, Úbeda y Baeza, únicas presentes en Andalucía, con el tiempo pasaron al bando realista; del mismo modo Murcia, que se encontraba bajo constante amenaza por parte de las ciudades realistas e influida por las Germanías presentes en el vecino Reino de Valencia
Textos: Prof. Dr. Hermenegildo López González. Colaboración historiográfica. Dr. José María Manuel García-Osuna y Rodríguez y Martínezld