Riaño está situado en plena Cordillera Cantábrica y forma cruce de carreteras entre las provincias de Asturias, Cantabria y Palencia. Es el pueblo más joven de la provincia leonesa, con apenas 13 años de existencia.
Como consecuencia de la construcción del embalse y la destrucción del antiguo pueblo, el nuevo núcleo de población ha sabido dotarse de unas infraestructuras turísticas de primera clase. En primer lugar la propia configuración arquitectónica, que va desde las construcciones del país en piedra labrada hasta modernos edificios, que no obstante su diversidad, ofrecen un agradable conjunto.
Riaño cuenta en la actualidad con un patrimonio artístico digno de ser visitado. Especial mención merece la antigua Iglesia de San Martín de Pedrosa del Rey, del siglo XVI, trasladada piedra a piedra a Riaño, dando lugar a la Iglesia Parroquial de Riaño, Santa Agueda; dentro de la misma podemos ver tallas religiosas de los siglos XVII y XVIII.
Riaño cuenta en la actualidad con un patrimonio artístico digno de ser visitado. Especial mención merece la antigua Iglesia de San Martín de Pedrosa del Rey, del siglo XVI, trasladada piedra a piedra a Riaño, dando lugar a la Iglesia Parroquial de Riaño, Santa Agueda. Dentro de la misma podemos ver tallas religiosas de los siglos XVII y XVIII.
Iglesia de la Puerta, dedicada a la advocación de Nuestra Señora del Rosario, es otro magnífico y singular ejemplo de la arquitectura rural y religiosa, que alberga unas singulares pinturas murales de principios del gótico y un viacrucis barroco del siglo XVIII, que se le superpone.
A 3 km dirección León nos encontramos a mano izquierda con la Ermita de Quintanilla, bello y airoso edificio del siglo XVIII que es todo un símbolo para esta comarca, punto de encuentro y tradiciones.
En dirección Santander, poco después de abandonar el pueblo por la N-621, a mano izquierda, podemos contemplar la Ermita de San Bartolo, cuya festividad se celebra el 23 de agosto. Dentro de la arquitectura popular, destacan dentro del casco urbano dos hórreos construidos recientemente. En Riaño conviven la arquitectura tradicional de la Montaña y la moderna; el hórreo de entonces con las edificaciones de nuevo trazo.
A pesar de ser un pueblo joven, atesora las construcciones más emblemáticas del Valle anegado, trasladadas piedra a piedra hasta su actual emplazamiento. Un lujo a cuya cabeza se sitúa la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, con cabecera del s. XIII-XIV, traída del pueblo de La Puerta y en cuyo restablecimiento fueron rescatadas pinturas góticas de estilo popular, extremadamente raras en España.
Pinturas murales de un acusado estilo ingenuista o naif que cubren la totalidad de la cabecera. Las más antiguas, a excepción del San Antón, realizadas en rojo y negro, la forman un conjunto de falsos elementos arquitectónicos figurando bóvedas nervadas con cabezas de dragón en los nervios y falsos despieces en sillería. Bóvedas que se completan con una serie de estrellas estilizadas, figurando quizás la bóveda celeste y en el frente del hastial los símbolos de la Pasión y el Árbol de la Vida.
Superpuesta a esta serie se localiza otra representando las estaciones del Vía Crucis en motivos aislados, completándole con una representación del Calvario ya en el cuerpo de la nave.
Patrimonio que se incrementa con la iglesia parroquial dedicada a Santa Agueda, con copia de la portada románica del santuario de Pedrosa del Rey. Posee una imagen de Santa Agueda y un Cristo, posible obra del escultor Anchieta.
Al otro lado de la Villa, pasando el viaducto, la ermita de Nuestra Señora de Quintanilla, del XVII. Su imagen mariana románica del XII (la más antigua de la Comarca), y las de sus dos “Compañeras”, barroca en madera natural y gótica respectivamente, se refugian en la actualidad en el templo parroquial.
Ponen broche los retablos barroco de Horcadas y renacentista de Carande, en cuyos templos destacan, del primero, fechado en el XVI, las tallas de los santos patronos Cornelio y Cipriano, además de la imagen de San Miguel; y del segundo, bajo la advocación de San Pedro, la figura de San Hipólito, un cáliz de plata regalo de la princesa Doña Juana, hermana de Felipe II, y una Virgen sedente del XVI.
El aire de la montaña pone el toque de distinción a la hora de ultimas sus carnes, cecinas y embutidos de primera, sin conservantes ni colorantes,
Lo del buen yantar le viene de antiguo a esta tierra riañesa por la excelencia de las materias primas y por la sabiduría de quienes manejan los fogones. Fruto de su tradición pastoril ha heredado una larga carta de cocina carnicera, en la que compiten con sabores al más alto nivel los ganados de corral, de pasto y numerosas especies salvajes muy apetecibles para estofados.
Qué decir de nuestra ternera, para muchos sin igual cuando se asa al horno de leña… O del lomo de vaca, el morcillo estofado, el solomillo… Y de nuestros corderos, sublimes cuando se trata de 
lechazos.
Carnes de primera, diferentes, que no por ello niegan el espacio que se merecen esas otras menores como son los callos, asaduras, patas, rabos… Exquisitos cuando se acompañan con salsa de pimentón. Alternativas gastronómicas que dan paso a una bestial artillería de matanzas (morcillas, chorizos, jamones…), y a los platos discípulos de la caza y la pesca.
Es la Montaña Oriental leonesa, tierra noble que confiere a sus pobladores todo su espíritu bravío. Fama de Ia que no se escapa la fina trucha que puebla los cauces fluviales de la zona, con la que no cabe lugar a dudas se ha desbordado toda la imaginación: al horno, en salsa, fritas con panceta y pimientos… Un espectáculo.
CECINA
Hablar de León es hacerlo de cecina. Y si esta procede de la Montaña la calidad es ya inmejorable. Carnes generalmente de vaca, para comer en crudo, de chivo, para servir entrecallada, y si se tiene suerte, aunque será difícil, también de caballo y burro, con diferencia las de más sabor. Cecinas que junto a los embutidos aquí están amparados por denominaciones específicas.
QUESO
Reconocimientos que también alcanzan a los quesos de estos valles, ya citados en los tratados culinarios del s. X, y a una repostería con sabor y aroma de los hornos y obradores tradicionales; el mejor broche de autenticidad para Riaño y su Comarca. Industria artesanal en cualquier caso que no deja de lado el principio de calidad, el respeto con las formas y saberes de antaño.
Ah!, Y qué decir de la miel, de los frutos silvestres y de nuestra reserva micológica; setas de San Jorge, níscalos… Increíble.
Fuente y más info: http://www.riano.org/
