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Un 8M para conquistar una esfera política para la mujer rural

El mundo rural sigue sufriendo un machismo estructural que no permite la participación real de la mujer, siendo ésta la que asume el peso del trabajo reproductivo. Las mujeres siguen siendo las que asumen casi exclusivamente el cuidado y el sostén de la familia, y en muchas ocasiones sin compensación económica, sin contrato y sin reconocimiento. Las organizaciones agroalimentarias, y las instituciones en general, siguen concentrando el poder en los hombres, con una presencia residual de las mujeres en sus órganos de gobierno y representación.

8M. MUYERES ALANTR11/03/2024; (País Llionés): Montañesas, ribereñas, las mujeres del mundo rural que con su corazón, sus manos y sus pasos han construido nuestros pueblos, nuestra sociedad. Las menos veces oídas, y nunca escuchadas. La falta de espacio para la participación de la mujer rural sigue aquí.

Cada año se reivindican y conmemoran todas las luchas que unen a millones de mujeres de todo el mundo. Unidas y fuertes contra el sistema que nos viene impuesto, reivindicando justicia y feminismo para todas. Este año, en el contexto de las protestas del campo y despoblación de nuestros pueblos, en Alantre queremos defender una visión feminista apegada a nuestra realidad territorial agroganadera.

La socialización de nuestras mujeres y las prácticas del día a día, incluida la vida laboral y familiar, limitan la participación cultural y política, conllevando una devaluación de su capital social, cultural, político y económico siendo actualmente la generación mejor formada. Por ello, exigimos a los poderes públicos y aspiramos en nuestro futuro autogobierno, al fomento de la participación de las mujeres en la gobernanza de los comunales, los Concejos (Juntas Vecinales), y la dotación de todos los recursos necesarios a nivel productivo y reproductivo. También apostamos por impulsar el asociacionismo y el liderazgo en sectores masculinizados, y el incremento de la presencia de la mujer en los puestos de mando. El impulso de un modelo de vida sostenible que permita una cotitularidad de las explotaciones para garantizar la soberanía alimentaria de nuestras hijas, con condiciones de trabajo y vida que confronten las políticas liberales que están llevando a nuestros pueblos a la precarización y desigualdad social de nuestro país.

Las Administraciones leonesas tienen que promover cambios en la estructura patriarcal. Urge la necesidad de legislar en una Ley de Titularidad Compartida que garantice los derechos de igualdad sobre la explotación y en lo que se refiere al empleo, y regularice la situación de muchísimas mujeres. Además, se debe afrontar la interseccional de género y social que las mujeres rurales afrontamos respecto a las grandes urbes con respecto a la falta de servicios y el incremento de atención a personas dependientes que recae en nosotras, o en personas vulnerabilizadas que aceptan condiciones de trabajo muy precarias.

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