Versión clásica

Urraca, un nombre extraño en la monarquía leonesa

La historia conoce a nuestra Doña Urraca también como Urraca la Zamorana. Otra gran Urraca, en este caso la sobrina de la anterior, Urraca I, aquella a la que la historia considera la primera reina titular en Europa.

Urraca I de León 8 marzo

Urraca de León, fallece un 8 de marzo coincidiendo con día internacional de la mujer

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Hemos apuntado varias veces que nuestros antepasados parecían no exhibir demasiada imaginación a la hora de poner nombre a sus hijos y que eso lo constatamos, precisamente, en la propia familia real leonesa. Esa es una buena razón para que los estudiantes de historia o los aficionados a la misma se encuentren con verdaderos problemas a la hora de deslindar un personaje concreto.

Buena prueba de lo que afirmamos se encuentra en la propia urbe regia y capital imperial, León, donde la mayoría confunde a Doña Urraca con Urraca I.

Hoy se nos ha ocurrido traer a la consideración de quienes nos siguen algunas reflexiones sobre este nombre concreto. ¿A partir de cuándo y por qué hizo fortuna en el Reino de León?

De cualquier modo, no sé si por lo extraño del nombre, la verdad es que es uno de los pocos que los leoneses recuerdan, hecho constatado en alguna de las encuestas realizadas. Cuando se les pregunta qué reyes recuerdan, invariablemente aparece el nombre de Urraca, aunque, siempre precedido de la calificación de Doña, algo que referido a la reina no es correcto.

Pero ¿por qué afirmaba anteriormente que es un nombre extraño a la monarquía leonesa, por qué apareció aquí y de dónde vino

La primera Urraca que llegó a León lo hizo en una especie de lote muy curioso: veamos. El segundo de los reyes ya coronados en León y, por lo tanto, claramente leonés fue Ordoño II.

Pues bien, en época de este Ordoño, y especialmente después de una primera gran batalla ganada por los leoneses a los musulmanes (Castromoros), el pequeño reino de Pamplona vino a buscar protección aquí y ¿qué mejor manera de crear lazos entre un reino y otro que emparentar por medio de una boda. Pero, en este caso, no fue una, fueron tres las que se concretaron:

Así, el propio Ordoño casó, en el año 923 , con la tercera hija de un matrimonio muy conocido en la historia, Sancho Garcés I y Toda, reyes de Pamplona que emparentaron con la mayoría de las casas condales y con la real de León. La joven, en cuestión, se llamaba Sancha y vivió poco más de un año en León pues en junio del 924, falleció Ordoño II.

Pero, como apuntaba más arriba, en el lote, vinieron otras dos infantas pamplonesas, Onneca Sánchez, hermana de la anterior que casó con el segundo hijo de Ordoño, Alfonso IV, el Monje, y Urraca Sánchez, curiosamente la mayor, que lo hizo con Ramiro II, el más joven de los hermanos. Ya tenemos, pues, una primera Urraca reinando en León.

Urraca Fernández. Fotografía: Wikipedia

En las luchas entre hermanos y primos por la herencia de Ramiro II, encontramos una nueva Urraca, reinando en León; en este caso, Urraca Fernández, hija de Fernán González, el tan aplaudido (sin causa) conde castellano.

¿Y qué podemos decir de esta Urraca Fernández, castellana? Es un modelo de lo que se esperaba de una mujer en la época: sumisa y obediente a los intereses de su familia. En primer lugar, se casó con Ordoño III, hijo de Ramiro II, que, a pesar de sus buenas intenciones, no pudo conseguir grandes cosas puesto que se le oponían los partidarios de su medio hermano, Sancho el Gordo, y porque apenas ocupó la sede regia durante cinco años.

Sin embargo nos dejó un hijo de su matrimonio con Ordoño III, pero como el rey falleció tan pronto, su padre trató de encontrarle, de nuevo, un marido que fuera un apoyo para sus apetencias expansionistas y la casó con Ordoño IV, un primo del anterior.

He de decir, sin embargo, que les duró poco la alegría puesto que el marido murió en Córdoba tratando de recabar ayuda de parte del Califa Alhakén II. De nuevo tenemos a esta mujer viuda, por lo que su padre dirige ahora su mirada al reino de Pamplona y la casa con Sancho Garcés II de Pamplona a quien le dio tres hijos y una hija.

Busquemos una nueva Urraca en el devenir del Reino; ello no es nada complicado; menos de 40 años después encontramos otra, casada, en segundas nupcias con Alfonso V, el de los Buenos Fueros; en este caso también de procedencia navarra. Se trata de la hija de García Sánchez II.

Urraca García acompañó al rey Alfonso V durante únicamente cinco años, pues el rey falleció, en el sitio de Viseu, el 7 de agosto de 1028. Pero tampoco le sobrevivió mucho tiempo; falleció apenas tres años más tarde.

¿Se terminan aquí las Urracas del Reino de León? Claramente no; es más nos quedan las más significativas.

Llegamos a los tiempos de Sancho Garcés III, el Mayor de Pamplona, hermano de la antes citada Urraca y a la llegada a la sede regia de Fernando I, casado con Sancha I de León.

Fernando y Sancha tendrán varios hijos, y la mayor fue bautizada con el nombre que los leoneses habían importado de Pamplona: Urraca. A esta es a la que hay que anteponer el calificativo de Doña que procede de dómina. Y, en efecto, ella fue la gran dómina del infantado leonés.

Resumiremos su vida puesto que la hemos dedicado otras reflexiones: Doña Urraca, la gran dómina del infantado junto a su hermana Elvira, era la primera de los hijos del matrimonio formado por Sancha I de León y Fernando I, el infante navarro que trasplantó aquí su padre Sancho el Mayor de Pamplona.

urraca señora de zamora

Urraca, Señora de Zamora

cáliz de doña urraca

Cáliz de doña Urraca.

La historia conoce a nuestra Doña Urraca también como Urraca la Zamorana, Urraca Fernández o la Dama del Cáliz de la Última Cena.

Sabido es que, según se nos cuenta (sobre todo en los romances), en el testamento de su padre había recibido la ciudad de Zamora que, en algunos momentos de la historia leonesa, fue considerada prácticamente la capital avanzada del Reino.

Sabido es también que, durante el famosísimo Cerco de Zamora, de tanta inspiración para los juglares, que no siempre contaron los hechos con la exactitud requerida, murió su hermano Sancho I de Castilla y II de León a manos de un caballero del Reino llamado Vellido Dolfos, que recibió siempre el sambenito de gran traidor, cuando los leoneses deberíamos considerarlo un héroe en el sentido más propio del término. Estos hechos favorecieron, naturalmente, la vuelta de Alfonso VI, desterrado en Toledo.

Doña Urraca debería, más bien, ser considerada como el “prototipo de la mujer leonesa”: irreductible, valiente hasta límites inimaginables; comprometida con los suyos, con sus obligaciones y también con sus ideas; creyente y generosa hasta el desprendimiento de sus mejores joyas para vestir un cáliz de ónice que el rey de la taifa de Denia había regalado a su padre Fernando I y que, de acuerdo con investigaciones llevadas a cabo, es el que más argumentos tiene para ser considerado el cáliz de la Última Cena.

Es también la impulsora de uno de nuestros mayores orgullos: el Panteón Real de San Isidoro en el que se habían ido reuniendo muchos de los restos de sus antepasados hasta constituir el más bello Panteón de la Edad Media hispana. También la encargada de la vigilancia diaria en la construcción de la propia iglesia palatina de san Isidoro porque cuando llegan aquí las reliquias del santo, en 1063, tiene 30 años y su padre fallecerá apenas dos años más tarde.

A pesar de haber vivido en un mundo de hombres, marcó una época y, sin ninguna duda, el futuro del Reino de León, actuando siempre desde la prudencia y la discreción como correspondía a una infanta-reina que asumía tan altas responsabilidades. La Historia Silense nos la describe como una mujer piadosa cuya vida fue ejemplar. Hubo, incluso, un cierto intento de beatificación que no llegó a prosperar, lo mismo que ocurrió con su madre, la reina Sancha.

Falleció un 19 de marzo de 1101, a los 68 años.

urraca I de León

Urraca I de León

Y continuamos con otra gran Urraca, en este caso la sobrina de la anterior, Urraca I, aquella a la que la historia considera la primera reina titular en Europa.

Fue la hija mayor de Alfonso VI y de su segunda mujer Constanza de Borgoña, una dama emparentada con la nobleza más importante de lo que después sería Francia. Y, dado que el rey Alfonso no conseguía tener un hijo, siempre se la vio como futura heredera; y para eso fue educada. Sin embargo, tras la relación de su padre con la denominada Mora Zaida, y ya muy tardíamente para Alfonso, nació un niño a quien pusieron por nombre Sancho. Mas, desgraciadamente, apenas con 14 años, murió, en extrañas circunstancias, en la batalla de Uclés el 30 de mayo de 1108, combatiendo contra los almorávides.

Fallecido su padre apenas un año más tarde, Urraca hereda el trono de León y todavía en vida de su padre, los magnates del Reino han pactado su matrimonio con Alfonso el Batallador de Aragón. Desgraciado matrimonio que, por suerte para nuestra reina fue disuelto por el papa en 1114.

En aquella sociedad dominada por hombres, una mujer tenía poder en cuanto que lo tenía su marido, pero Urraca I fue una excepción… o quizá no tanto, si tenemos como espejo el pasado del Reino de León y escarbamos un poco en la evolución de los usos, costumbres y leyes que emanaban del mismo.

Y por eso nos es doblemente doloroso que aún en nuestros días, en los que se intenta que la condición femenina cambie de una vez y para siempre, se sigan utilizando razonamientos del todo machistas para menospreciar la figura de una persona, la reina de León, a la que llaman “Temeraria” que entregó su vida a una causa que, aunque no parecía corresponderle, sintió siempre como suya.

El 8 de marzo de 1126 fallecía una reina de León y, al propio tiempo, nacía una leyenda de la que no podrían sustraerse, para bien o para mal, cronistas y juglares. Desgraciadamente solo la historiografía actual comienza a reconocer su valía.

Mas no terminaron con ella las Urracas en el Reino de León. Podemos citar algunas más. La primera, Urraca Alfonso, hija de Alfonso VII, (hijo de Urraca I, como se sabe) y de una joven asturiana llamada Gontrodo Petri. Fue gobernadora de Asturias por concesión de su padre y también, durante un breve tiempo, reina de Pamplona puesto que se casó con el rey García Ramírez.

Urraca López de Haro

Urraca López de Haro. Fotografía: Wikipedia/Maragm

Otra dama del mismo nombre se casó con nuestro rey Fernando II, en su tercer matrimonio, Urraca López de Haro, primera señora de Monteagudo y Aguilar. Y, en el caso del heredero del rey Fernando, su hijo Alfonso IX, el de las Cortes de 1188 (que tuvo 17 hijos reconocidos,) encontramos a tres de sus hijas con el mismo nombre, Urraca Alfonso de León. Una de ellas nació de su relación con Inés Íñiguez de Mendoza, otra de una muy larga amistad con Teresa Gil de Soverosa y la tercera de madre desconocida. Esta última Urraca llegaría a ser abadesa del Monasterio de las Huelgas.

Un amplio catálogo para un nombre importado, como queda dicho, del Reino de Pamplona.

  • Textos: Hermengildo López González
  • Fotografías: Martínezld

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